El 13 de diciembre del año pasado se corrió la primer Maratón nocturna en la historia de Morón, una ciudad del oeste del Gran Buenos Aires. Al finalizar los más de 1200 participantes, entre corredores y familiares, no podían creer tres cosas sobre la carrera:
1- Que sea gratuita (incluyendo una remera y un kit completo).
2- Que “milagrosamente” dejase de llover una hora antes de su comienzo.
3- Que la haya organizado una Iglesia.
¿Por qué como Iglesia hicimos una carrera?
Porque queremos estar en sintonía con lo que sucede en la sociedad: Hoy correr se puso de moda. Por las calles de todos lados vemos gente practicando “running”. En vez de hacer lo que más nos gusta a nosotros, decidimos hacer algo que, además, les guste a los vecinos y vecinas de nuestra comunidad.
Porque queremos hacer lo que nadie hizo hasta ahora: Por eso la hicimos de noche, porque en Morón casi todas las semanas hay carreras, pero ninguna a ese horario. Eso le agregó originalidad a la actividad.
Porque queremos vencer prejuicios: Queremos que la gente se deshaga de la imagen que tiene de las Iglesias como instituciones anticuadas, aburridas, y cerradas en sí mismo. Quisimos demostrarle a la sociedad que una Iglesia puede armar un evento de primer nivel y que comprueben, además, que les amamos y les queremos servir.
¿Cómo usamos la carrera para misionar?
Establecimos la sede de la Iglesia como único punto para retirar los kits antes de la carrera. Así cientos de corredores, no cristianos, se acercaron, entraron y conocieron nuestras instalaciones. Pudimos conversar con ellos e intercambiar experiencias. Fue una de las cosas más ricas del evento. (El resto de los corredores retiró el kit en el día y lugar de la carrera).
Uno de los puestos de hidratación era la puerta de la Iglesia (un doble mensaje, jeje).
Hicimos evangelismo “uno a uno” en el lugar donde concentraron los atletas antes y después de la carrera.
Antes de la premiación el pastor de la iglesia subió al escenario a saludar a los corredores. A saludar, no a predicar. Acá quiero detenerme, porque nos ganamos algunas críticas por no predicar desde el escenario. Pero, luego de pensarlo mucho, entendimos que no era la única forma de hacerlo. No queríamos que la gente se sienta usada. La evangelización fue personal “uno a uno”, abajo del escenario y a cargo evangelistas de nuestro equipo.
Armamos varios stands para que la gente recorra y se informe de las actividades de nuestra Iglesia y de otras organizaciones sociales que nos apoyaron.
¿Qué beneficios nos dejó la carrera?
Tener más de 1000 personas no cristianas en un evento propio a las cuales poder predicar y servir. Muchos de ellos hoy salen a correr con una remera que lleva nuestro logo.
Una exposición mayor: Muchos se enteraron que Iglesia del Salvador existe y de nuestro compromiso con ellos. Además contamos con la visita del intendente municipal quién no quería perderse el evento, se acercó hasta nosotros para felicitarnos y nos permitió entablar una inolvidable charla.
La oportunidad de involucrar a todas las personas de la Iglesia en un mismo desafío: Los matrimonios repartieron el agua, los hombres cortaron las calles e hicieron de personal de Seguridad, los jóvenes entregaron los kits y las mujeres atendieron el guardarropa. Nunca habíamos articulado todos los ministerios de todas las edades en un mismo evento. Además se sumaron los diseñadores, médicos y profesores de Educación Física de nuestra congregación.
Las iglesias desconocen el poder que tienen en materia de Recursos humanos. El servicio planificado, organizado y dirigido todos los voluntarios de una Iglesia puede llevarla a hacer cosas que muy pocas instituciones pueden hacer, salvo el Estado o las empresas multinacionales. (En términos de logística los iguala, en términos de pasión los supera, con creces).
Todo eso demandó una inversión de dinero. No había otra forma si queríamos hacer un evento de primer nivel que saliera bien.
¿Cómo lo hicimos?
– Tramitamos un permiso para que el Municipio nos deje cortar el tránsito.
– Buscamos asesoramiento de personas que habían participado y organizado carreras.
– Invertimos dinero: Quisimos que la carrera fuera gratuita `para que los corredores se sientan servidos y no parte de un “negocio”.
– Contratamos un buen confeccionador de remeras (es lo que mas observa un corredor). Armamos un kit que contenía, además, folletería, el mapa del recorrido, un jugo, una barra de cereal y una pulsera repelente. Los entregamos kit a los primeros 500 que se anotaron.
– Armamos un circuito que contemplaba pasar por lugares iluminados, pintorescos y, obvio, por la Iglesia.
– En un camión montamos un escenario y trajimos dos bandas musicales para que animen la noche y le den colorido.
– Entregamos agua, fruta y tratados evangelísticos.
– Oramos mucho, antes, durante y después de la carrera.
– Sufrimos mucho, antes durante y después de la carrera. (Fieles al viejo axioma “mejor quemarse que oxidarse” decidimos arriesgarnos).
Alguien dijo alguna vez hablando sobre el cristiano y la política, que la mejor forma que una Iglesia tiene de hacer política es precisamente siendo Iglesia.
Meses después de la carrera seguimos cosechando elogios de deportistas y funcionarios municipales que nos piden una segunda edición.
No sabemos qué vamos a hacer. Sí sabemos que no somos ni políticos ni organizadores de carreras. Somos parte de la Iglesia de Cristo. Somos una Iglesia.
Y nos sentimos orgullosos de eso.
Javier Gómez D.
Pastor de Jóvenes de la Iglesia del Salvador
Constituyentes 950, Morón.
http://www.iglesiadelsalvador.com.ar
FB: 8KnightDelSalvador